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Pueblo: Torrejoncillo (Cáceres) |
De manera parecida
pensaron los españoles pero en su propio beneficio. Al atardecer de aquel
día un valiente capitán extremeño Ávalos,
se presentó a su jefe, para decir que el conseguiría la unión de los ejércitos,
el capitán de Torrejoncillo tenia de la nieve un concepto muy distinto al del
resto de los capitanes.
En su pueblo cacereño nieva pocas veces, por eso la
nieve nunca era un instrumento de castigo sino al contrario, era motivo de
recreo o de ayuda. Entonces en esa noche de diciembre en tierras italianas
empezó a nevar, pero el, pensó que era un regalo del cielo y por eso habría que
aprovecharlo. Su estrategia fue muy sencilla.
Armados como estaban, se cubrieron con sábanas blancas y confundidos con la nieve,
pudieron salir y avanzar hasta los que llegaban. Cuando el Marques de Pescare y
el Condestable de Barbón vieron al escuadrón del capitán Ávalos, todo fue muy sencillo.
Se conectaron sus planes, se unieron soldados y aquel día de 7 de
diciembre
de 1525 , el ejército español obtuvo uno de los más
brillantes triunfos de la historia .
Cuando el Capitán Ávalos
regreso a Torrejoncillo contó a los suyos el hecho heroico que el mismo
había protagonizado. Heroísmo compartido por no pocos soldados de la comarca.
Hombres todos sencillos, comprendieron que aquel éxito
superaba todas sus propios merecimientos
. Hablaban más de milagros más que de valores personales. Por
ello pensaron, ya en su tierra dar gracias a María a la que se habían
encomendado en los momentos difíciles del combate.
Ella los había devuelto a sus lares .
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Fiesta de Interés Turístico Nacional |
Quisieron,
en su propio pueblo, pasear el estandarte victorioso, pero ahora el de la Reina
de los cielos. Ellos vestirían, como en el momento de ardid, las blancas
sabanas que en aquellas tierras italianas y lombardas se pusieron para no destacar en la nieve,
fue elegido para la original, devota y famosa fiesta de Interés Turístico Nacional de “La
Encamisa”.
Los disparos, antes contra enemigos eran ahora salves de
aplausos a la reina de los cielos, por las calles las madres entre rezos y
lágrimas daban gracias por los hijos que habían vuelto.
Desde entonces, la costumbre se repite con fervor
indescriptible en las calles torrejoncillanas .
Es una noche única ,inigualable : un estandarte , jinetes con
sus sábanas blancas bordadas con la imagen de María , cohetes , lágrimas ,
disparos , rezos , vivas , y un olor a pólvora en compañía de una niebla que
aun ahora a distancia de siglos nos llevan a imaginar lo que debió ser aquella
noche italiana en los campos nevados de Lombardía.
“En esta noche
y en este día
digamos todos :
¡Viva María!”